Escribimos este divertido (esperemos) post gracias a la nominación de Photoviajeros, para contaros algo que hasta ahora no sabe nadie más que nosotros. La idea es decir las 9 cosas que no sabemos hacer cuando viajamos. La verdad es que ha sido difícil quedarnos en sólo 9 porque hay muchas cosas que decir, casi todas las que enumera Photoviajeros entre otras, así que os vamos a contar no sólo lo que no sabemos hacer sino lo que ya es vicio irremediable.
1. No sabemos parar a tiempo
Entre los puntos que llevamos marcados como obligados y los que surgen sobre la marcha nos pasamos fácilmente 10 horas sin parar de andar, y a veces hasta correr si van a cerrar algo. Eso implica no comer, o hacerlo en la cola de algún sitio. No sentarnos en horas y horas en un viaje de más de 15 días suele acabar con alguna lesión (leve, afortunadamente), además de unas agujetas de espanto los primeros días.
2. Doblar el mapa
Y no sólo como dice @elrincondesele de ser incapaces de volverlo a doblar como estaba. No. Nosotros literalmente lo destrozamos y como tengamos que usar el mismo mapa para más de 3 días necesitamos otro. Cierto es que además de doblarlo de mil maneras para tener a la vista la zona que queremos, lo usamos de paraguas, abanico… Así no sobreviven ni los plastificados.
3. Descansar
Si hemos cubierto todo lo previsto en menos del tiempo que esperábamos, buscamos algo nuevo hasta que quitan las calles. Cuando volvemos de las vacaciones solemos necesitar otras para descansar de las primeras, aunque incluso en destinos de relax somos incapaces de descansar más de dos horas.
4. Dejar de comer en los puestos callejeros
Ya pueden repetirnos hasta la saciedad que en determinados destinos no se aconseja comer tal o cual cosa de la calle, evitar frutas frescas, bebidas con hielo, zumos, productos de origen desconocido… Al final somos incapaces de resistirnos y acabamos probando (a veces no conseguimos averiguar de qué se trata) todo lo que nos encontramos por las calles y que vemos comer a la gente de allí. Y cuanto más desaconsejado o más en el suelo esté la comida más nos atrae.
5. Hacer cosas que en realidad no queríamos hacer
Subirnos en un camello, en una bici sin frenos… Somos lo suficientemente patosos como para preferir no subirnos en nada que no sean nuestras propias piernas o los sistemas de transporte habituales en los que nuestro esfuerzo es nulo. Pero basta con llegar y verlo en algún destino para terminar haciéndolo y pasar un mal rato. Y por más que juramos no repetir al final caemos de nuevo.
6. Descansar en el aeropuerto
Aunque sea una escala de varias horas o nuestro vuelo lleve un retraso considerable somos incapaces de no estar todo el rato hiperactivos de aquí para allá en el aeropuerto de turno. No duramos ni 5 minutos en el mismo asiento. En el nuestro, por los nervios antes del viaje y en los de otros sitios, porque somos incapaces de quedarnos sin conocer hasta la última esquina; ni que fuéramos a descubrir un tesoro.
7. Limitarnos a una comunicación básica con nuestra familia
A no ser que no haya WiFi somos incapaces de enviar un solo mensaje diciendo que estamos bien. Podemos llevar 12 horas sin parar o que sean las tantas de las noche pero siempre enviamos largos e-mails con sus correspondientes fotos describiendo todo lo que hemos hecho ese día. Y nadie nos lo pide, pero no podemos evitarlo.
8. No comprar en las tiendas de souvenirs
Los imanes y los peluches turísticos no pueden faltar en nuestro equipaje de vuelta, además de algo típico que no llevábamos en mente y siempre se nos antoja; así que siempre acabamos dedicando un tiempo a andar de guiritienda en guiritienda y dejar que nos estafen la mayoría de las veces. Lo peor es cuando lo que hay son piedras, como en Islandia, y nos venimos con el doble de peso del que llevamos con una sensación inmensa de síndrome de diógenes geológico.
9. Evitar hacer chistes malos con el idioma
Es ver ciertas palabras, y a veces «dibujos», y pasarnos el viaje haciendo chistes con ello. Y no sólo el viaje, hay veces que pasan a formar parte de nuestras vidas. Un ejemplo: desde que en 2004 vimos en Berlín una publicidad en una bicicleta que ponía «antiquitäten» para nosotros es el término que usamos para antirrobo.
Ahora, para continuar la cadena, vamos a pedirle a otros tres blogueros que desvelen sus «vergüenzas»:
¡Esperamos vuestras respuestas!
PhotoViajeros
Jajaja me han encantado las frases de: "Y por más que juramos no repetir al final caemos de nuevo" y "nos venimos con el doble de peso del que llevamos con una sensación inmensa de síndrome de diógenes geológico" porque me siento totalmente identificado con ellas! 😀