Cuatro días en Pekín

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En la etapa final de nuestro viaje de nuestro viaje a China visitamos la capital durante cuatro días, incluyendo una excursión a la Gran Muralla (tramo Mutianyu) también por libre. La última parada pero ni mucho menos la peor porque Pekín tiene muchísimo que ofrecer. Tanto que nos quedamos con ganas de más y esperamos repetir pronto.


Capital de China durante cinco dinastías, Pekín es hoy en día una ciudad de contrastes. Así, en la denominada capital del norte (Beijing) se encuentran infinidad de hutongs o viviendas tradicionales, entre las que se alzan ultramodernos rascacielos o complejos como el estadio olímpico. En Pekín encontramos una riqueza histórica y arquitectónica impresionante y, a la vez, disfrutamos de varios aseos «a la occidental» y la posibilidad de quitarle el polvo a la tarjeta de crédito en algún que otro restaurante. Con más de 22 millones de habitantes daría para varias semanas de visita pero si tienes que conformarte con cuatro días, aquí tienes lo más destacado que no debes perderte:

Plaza de Tian’anmen (metro Tian’anmen east y west)
Para comenzar con buen pie, nada como un paseo por la plaza más grande del mundo, situada en pleno centro y clara muestra de los contrastes de la ciudad. Por un lado la rodean elementos arquitectónicos históricos, como la Ciudad Prohibida y la Puerta de Quianmen; y, por otro, edificios de estilo soviético como el Museo Nacional y el Gran Palacio del Pueblo, sede de la Asamblea Popular Nacional.

Plaza de Tian’anmen con el Mausoleo de Mao al fondo

Para acceder a la plaza, tanto desde el metro como desde las calles circundantes, hay que pasar un control de seguridad. En el centro de la plaza se ubica el mausoleo de Mao, que merece la pena visitar a pesar de las largas colas desde primera hora de la mañana. Al igual que ocurre en el de Lenin en la Plaza Roja de Moscú, debes seguir estrictamente las reglas y el camino marcado y no se pueden llevar bolsos, ni mucho menos cámaras de ningún tipo. Los seguidores de Mao pueden comprar flores mientras esperan en la cola y colocarlas en la entrada, donde indican los guardias. La entrada es gratuita pero la consigna donde deben dejarse las cámaras, bolsos o lo que se les antoje a los guardias cobra un buen dinero por bulto.

Ciudad Prohibida
Con sus 74 hectáreas es el complejo palaciego más grande del mundo. Su construcción comenzó en 1407, finalizando en 1420 y siendo residencia de 24 emperadores, el último Puyi. Tiene 10.000 habitaciones, pocas de ellas visitables (y sólo desde fuera). Las diferentes construcciones están dispuestas de forma simétrica siguiendo los principios del fengshui, situándose los principales edificios en el eje norte sur, tanto los públicos como los privados.

Fuera de este eje la Ciudad Prohibida es un auténtico laberinto sin fin en el que merece la pena perderse al menos una hora, alejados de las masas de turistas que visitan los principales edificios. Tras ese rato de relajación, toca pelearse a codazo limpio para poder ver desde las ventanas los salones de la Armonía Suprema, Armonía Central y Armonía Duradera, Pureza Celestial, de la Unión y de la Tranquilidad Terrenal. Antes de salir por la puerta norte no hay que perderse los jardines, también abarrotados pero preciosos.

Al este de la Ciudad Prohibida se puede visitar el hutong Nanchizi.

Colina del Carbón (parque Jingshan)

Situada frente a la puerta norte de la Ciudad Prohibida, esta colina se construyó precisamente con  con lo extraido para la construcción del complejo imperial.

Desde lo alto ofrece unas vistas inmejorables del palacio y de gran parte de la ciudad, en función de lo despejado que esté el día.

Parque Beihai

Saliendo por el lado oeste del parque Jingshan se llega en unos minutos a este precioso parque con su inmenso lago y la isla Qiong Hua. En ella se encuentra la Pagoda Blanca y el Restaurante Fangshan para hacer un merecido descanso.

Al norte del parque se encuentra el Lago Quianhai y las torres de la campana y del tambor, antiguamente puertas de la muralla, y una de las zona de hutongs mejor conservadas, destacando el de Mao’er.

Templo de Confucio

Atravesando el laberinto de hutongs que parte del lago Quianhai, hacia el este, se llega a este templo de 700 años de antigüedad.

Aquí tenían lugar los exámenes imperiales y muestra de ello se pueden contemplar las estelas con los nombres de los que pasaron las pruebas.

A determinadas horas del día hay un espectáculo en la zona posterior, incluido en el precio.

Templo de los Lamas (metro Yonghegong)
Muy próximo al templo de Confucio, es el más importante de los templos lamaístas ubicado fuera del Tíbet. Su construcción data del siglo XVIII y en uno de sus pabellones hay una escultura de Buda de 18 metros  tallada a partir de una única pieza de sándalo (aparece en el libro Guinness de los records por ese motivo).

Palacio de verano (metro Beigongmen)
El complejo es más un parque de inmensas dimensiones que un palacio tal y como lo conocemos. Se construyó en 1750 y es Patrimonio de la Humanidad desde 1998. Es fácil dedicar buena parte del día a pasear por los caminos que bordean el lago Kunming, que ocupa tres cuartas partes del complejo.

Los edificios principales se encuentran junto a las puertas norte y este y se puede acceder a ellos pagando una entrada en cada uno o con la completa que se adquiere en las taquillas principales. Si ya has visitado alguno de los pueblos del agua próximos a Shanghai o tienes pensado hacerlo en los próximos días te puedes ahorrar la entrada a la reproducción de Suzhou. Lo que no te puedes perder, aunque estés agotado y haga un calor infernal, es subir a la colina de la Longevidad; las vistas serán la mejor recompensa al esfuerzo.

Templo del Cielo (metro Tiantandongmen)

En este templo del siglo XV, Patrimonio de la Humanidad desde 1997 es donde se celebraban las ceremonias rituales más importantes del año. En ellas, el emperador mediaba entre cielo y tierra para pedir buenas cosechas. Así el cielo es el elemento redondo, la parte superior de los edificios, mientras que la tierra, la parte inferior, es el cuadrado.

Además del templo en sí, lo mejor es pasear por el inmenso parque que lo rodea (de pago) a primera hora de la mañana, cuando cientos de personas se ejercitan, practican taichi, qigong, taiji rouli y un largo etcétera. Nuestro consejo: no te cortes y únete a alguna actividad. No te sorprendas, eso sí, si el que te enseña a hacer taiji rouli luego te vende las raquetas. Los chinos siempre venden algo.

Justo enfrente del templo, saliendo por la puerta este, está el Mercado de la Perla, en el Centro Comercial Hongqiao. Aquí puedes encontrar juguetes, relojes de imitación, bolsos y maletas y, en la tercera planta, lo que da nombre al mercado: perlas chinas, coral y jade.

Liulichang y Quianmen (metros Hepingmen y Quianmen)

La zona de Liulichang es famosa por sus tiendas con todo tipo de material artístico: pinceles, tinteros, tinta china, libros antiguos… A todo ello se le unen espontáneos que practican caligrafía a golpe de fregona en la misma calzada. Otra cosa no, pero con el tráfico de Pekín, paciencia tienen un rato.

Continuando hacia el oeste se llega hasta la zona restaurada de Quianmen, llena de restaurantes y tiendas con todos los souvenirs y baratijas imaginables.

Para compras de última hora y regalos varios o simplemente por curiosidad tampoco hay que perderse el Mercado de la Seda (Xiushuijie, metro Yong’anli), el paraiso de las copias y falsificaciones. Este es uno de los pocos sitios en China en que te hablarán en tu lengua materna, seas de donde seas.

Antiguo barrio de las legaciones
Esta zona, ubicada al este de Tian’anmen, sirvió hasta 1949 como residencia para extranjeros: rusos, ingleses, franceses… Destacan los edificios de estilo occidental que un día fueron las sede de las representaciones diplomáticas y la iglesia gótica de San Miguel.

Si se sigue hacia el norte se llega a la calle Wangfujing, famosa por sus puestos de comida «exótica»: pinchos de bichos variados pero también otros muchos de comida normal y locales de las principales cadenas de comida rápida como McDonalds, Pizza Hut, Subway…

Y ¿qué es una visita a Pekín que no incluya una excursión a la Gran Muralla? Desde la capital se puede acceder a los tramos de Badaling (la más cercana y con mayor afluencia turística), Mutianyu, Simatai y Jingshanling. Nosotros optamos por Mutianyu por varios motivos:

  • Facilidad para ir por libre en autobús en un par de horas de recorrido.
  • Menor afluencia turística que en Badaling.
  • A diferencia de Simatai y Jingshanling, permite pasear cómodamente, a pesar de sus duras pendientes, por tramos restaurados y a la vez ver los tramos cercanos que permanecen tal cual, fundidos ya con la maleza.

Si quieres más información sobre la visita por libre no te pierdas nuestro artículo Excursión a la Gran Muralla China, tramo Mutianyu.

Datos prácticos:

  • Cómo llegar: varias compañías aéreas conectan Madrid con Pekín, generalmente con una escala. Las opciones más económicas son Finnair (vía Helsinki), British Airways (vía Londres), KLM (vía Amsterdam), Aeroflot (vía Moscú) y Emirates (vía Dubai). Si, como en nuestro caso, Pekín es la última etapa de tu viaje por China puedes llegar a la capital en tren desde la mayoría de ciudades. Nosotros cogimos un tren diurno en Datong que tardó algo menos de 7 horas en llegar a la estación principal de Pekín. Los billetes de tren salen a la venta unos 10 días antes y sólo pueden comprarse en las mismas estaciones de tren o a través de agencias y hoteles pagando una comisión. Para ver los horarios de trenes, precios, trayectos, etc. te recomendamos el artículo «Trenes en China«.
  • Alojamiento: en Pekín puedes elegir entre una amplia oferta de alojamientos desde hoteles de lujo hasta tradicionales hutongs. Nosotros nos quedamos en un término medio en el hotel Tianan Rega Hotel Beijing, por 260 euros las 5 noches en régimen de sólo alojamiento, reservado vía Booking. La ubicación es inmejorable ya que se encuentra a unos minutos a pie de la Ciudad Prohibida y la Plaza de Tian’anmen. Además, dispone de una terraza en la planta superior con unas vistas estupendas.
  • Cómo moverse por Pekín: lo mejor es el metro, ampliado durante los últimos años y que en la actualidad llega a prácticamente todos los puntos de interés turístico de forma rápida y cómoda. También se pueden coger taxis, (con la precaución de llevar ya pactado el precio o asegurarse de que tiene taxímetro) autobuses y rickshaws para recorrer los hutongs (previo regateo).
  • Guía recomendada: la gratuita del Instituto Cervantes, puedes descargarla aquí.
  • Comidas: en Pekín se puede encontrar de todo, comida china de las diferentes regiones del país, la típica de la ciudad y también todo tipo de restaurantes de comida occidental. En cuanto a comida local, os recomendamos el pato asado, los champiñones con cosas de origen desconocido (al parecer una de ellas es medusa) y los dumplings del Restaurante Fangshan (ubicado en la isla Qiong Hua del parque Beihai). Para el típico pato pekinés el restaurante Quanjude presume de ser el mejor y el más antiguo en servirlo, aunque si no quieres esperar varias horas el que de Kim Mansion Gate Roast Duck Shop en la calle Quianmen E (al sur este de Tian’anmen) está delicioso. En todos ellos se puede pagar con tarjeta de crédito y tienen aseos «a la occidental». En los puestos callejeros se pueden degustar delicias similares al resto de China o, para los más atrevidos, los bichos de los puestos de la calle Wangfujing.
  • Compras: para falsificaciones y souvenirs variados nada como los mercados de la Seda y de la Perla. Al igual que en todo lo demás hay que regatear hasta obtener el precio deseado. Lo más rápido (sobre todo si el producto que buscas lo venden en varios sitios) es decir un 10 por ciento del precio que te indiquen inicialmente y aunque pongan el grito en el cielo no apearte del burro. A las malas les dices que no piensas pagar más y te vas. Si vale eso ya irán detrás tuyo, no te preocupes. Si tras probar en un par de sitios ves que no te persiguen entonces sube un poquito y prueba en otros nuevos hasta que des con el precio justo. Las calles al oeste de Quianmen son buena zona para comprar, en algunas de ropa tradicional hasta tienen el precio marcado y te puedes ahorrar el regateo.
  • Timos: las guías advierten de los timos de la ceremonia del té que se dan en los principales puntos de interés turístico, al igual que en Shanghai. Aunque lo sepas y lo evites te hacen perder muchísimo tiempo así que lo mejor es hacerte el sueco, en este caso el español, y decirles en castellano que no entiendes nada. Así te los quitas de encima en mucho menos tiempo.

Especial China

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