Tres días y un par de horas en Nueva York

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Nueva York es la ciudad más grande de Estados Unidos y una de las más pobladas del planeta (la novena, según citypopulation). No es especialmente bonita, pero engancha. Es como Londres pero a lo bestia. Mientras que los principales atractivos turísticos de Londres o París pueden recorrerse, con tiempo y ganas, a pie, en Nueva York es totalmente imposible, por muy en forma que se esté. Entre las distancias y la infinidad de museos y lugares de interés es imprescindible organizar muy bien el viaje para optimizarlo al máximo. Para ello, hay que estar dispuesto a dos cosas: madrugar mucho y andar hasta reventar. Un entrenamiento previo no viene mal para los que pasan los días entre su casa y la oficina y algún deporte ocasional.
En nuestro caso, al prolongarse el viaje otras dos semanas más en otros puntos del país, centramos nuestra visita a Nueva York en los lugares imprescindibles para una primera vez y captar y disfrutar del espíritu de la ciudad. Quedaron al margen las compras, uno de los principales objetivos de muchos visitantes. Así, nuestro plan para aprovechar los 3 días al máximo se dividió del siguiente modo:
Llegada y lucha contra el jet lag

Cada uno combate el jet lag de una manera, la nuestra es por las bravas, es decir, adaptarnos al horario local sí o sí. Las 19:00 en la franja neoyorkina son la 1 de la madrugada de un español que acaba de aterrizar de un vuelo de más de 6 horas. Puedes irte a dormir según llegas y amanecer unas horas después cuando aún es de noche u optar por un paseo de un par de horas por Times Square al atardecer, Columbus Circle y de vuelta hasta Union Square. Nosotros elegimos esta última y a la mañana siguiente como nuevos.

Primer día: Midtown Center

En Nueva York hay cientos de turistas en todas las épocas del año y, por tanto, unas colas de horas en la mayoría de puntos de interés. Así que si quieres visitar más de un sitio sin perder el día entero toca madrugar.
  • Empire State Building: imposible perderse la sensación de haber estado allí mil veces y, sin embargo, ser la primera. Visitar el principal símbolo de una ciudad en primer lugar siempre es buena opción y hacerlo a las 8:05 de la mañana significa hacerlo sin colas. Las vistas son espectaculares, aunque la bruma habitual no permita ver más que unas decenas de rascacielos. Con la visita básica se accede al observatorio de la planta 86, aunque puedes adquirir una entrada por aproximadamente el doble para subir también a la plataforma de la 102. Página oficial del Empire State.
  • Central Station: otro escenario habitual de películas y series que es imprescindible ver tanto por dentro como por fuera. Además, se pueden conseguir planos de metro y de camino ver el edificio Chrysler.
  • Naciones Unidas: seguidor o crítico con su misión en el mundo, la visita merece muchísimo la pena. No es de las más caras y dura aproximadamente una hora. Puedes sentir la hipocresía al entrar en la sala donde se reúnen para decidir si Palestina entra o no en la ONU y al rato la más absoluta felicidad al ver el «pack» de Unicef. Página oficial del centro de visitantes de la ONU.
  • Flatiron Building: que el Empire State sea la estrella absoluta de los rascacielos no quiere decir que no haya otros muchos que merezcan la pena. El Flatiron es uno de ellos y su visita incluye la de Madison Square Park y el poder comer una de las mejores hamburguesas de la ciudad, sino la mejor, en Shake Shack.
  • Moma: nuestra experiencia nos dice que las mejores horas para evitar colas son 5 minutos después de la apertura o al mediodía. Para el Museo de Arte Moderno de Nueva York elegimos la segunda opción y fue todo un acierto ya que, además, pudimos ver todos los cuadros tranquilamente y sin un millón de cabezas delante. Aunque no es gigante conviene planificar la visita y tener claro qué se quiere ver, al menos en primer lugar. Para nosotros los imprescindibles son: todos los cuadros de Van Gogh, el impresionismo francés, Pollock, Christine’s World y el jardín de esculturas. También está uno de nuestros cuadros favoritos, La Persistencia de la Memoria, pero resultó una decepción absoluta (¡qué pequeñito!). Página oficial del Moma.
  • 5ª Avenida: al salir del Moma se puede recorrer la parte superior de la 5ª Avenida donde está St. Patrick Cathedral y, además, se puede «merendar» en Tiffany’s o ver el hotel donde vive Chuck Bass. Siguiendo con las frikadas, subiendo por las lujosas Madison Avenue y Park Avenue hasta la calle 60, entre la 2 y la 3, está Serendipity 3, la cafetería que da nombre a la película.
  • Top of the Rock: para finalizar el día nada mejor que darse un paseo por el Rockefeller Center y subir a otro rascacielos, el Top of the Rock. Aunque sobre las 19:30 hay bastante cola, ésta no dura más de media hora. El problema es que si pretendes subir nada más comprar las entradas para ver el atardacer va a ser imposible ya que en cada ticket aparece la hora en la que puedes subir, una más, por lo general. Pero, ¿por qué subir a otro rascacielos que está relativamente cerca del Empire State? Primero para ver la ciudad de noche y segundo para ver precisamente el Empire State. Página oficial del Top of the Rock.

Segundo día: Islas de Liberty y Ellis y sur de Manhattan

Al igual que en la mayoría de ciudades, el espíritu de Nueva York no está ni en Times Square ni en el Empire State sino en las calles, plazas y parques de Manhattan. Aún así, hay lugares de obligada visita. Esta es una opción para el segundo día que mezcla ambas cosas.

  • Islas de la Libertad y de Ellis: si el Empire State es uno de los principales «generadores de cola», la Estatua de la Libertad no se queda corta. De nuevo el truco es madrugar y coger el primer o segundo barco de la mañana (ver horarios) que zarpa desde Battery Park. Primero se visita la isla donde está la Estatua de la Libertad. Aunque desde lejos apenas se distingue, una vez en la isla es espectacular y no hace sino dejar con la boca abierta a todo el que la contempla. Para los que quieran subir al mirador ¡ojo! Hay que sacar la entrada previamente en Battery Park. En el museo de la isla de Ellis uno puede intentar imaginarse las escenas que allí vivieron los inmigrantes que llegaban cada día en los siglos XIX y XX.
  • Financial District: en la zona sur de Manhattan nació Nueva York. No es de extrañar, por tanto, que el edificio más antiguo de la ciudad se encuentre precisamente aquí: Fraunces Tavern, en la actualidad museo y restaurante, es el único edificio del siglo XVIII que se conserva. A pocos metros está el famoso y plagado de turistas toro de Wall Street, así como la calle, una de las pocas peatonales y de las más estrechas de la ciudad. Una placa en el suelo indica el motivo del nombre ya que, cuando todavía era Nueva Amsterdam, sus habitantes construyeron un muro como medida ante posibles ataques de los indios. Justo en la zona más antigua, estrecha y peatonal, está la famosa bolsa de Nueva York a la que desde los atentados del 11S ya no se puede acceder.  De hecho, muy cerca de Wall Street se encuentra la zona 0, otra de esas visitas imprescindibles para no repetir. También se puede visitar la Trinity Church, que quedó milagrosamente en pie tras los ataques terroristas.
  • Puente de Brooklyn: justo al lado del ayuntamiento está el comienzo del puente más famoso de Nueva York: el que une Manhattan con Brooklyn. Tanto las vistas como el mismo puente lo convierten en visita imprescindible y un paraiso para los amantes de la fotografía.
  • De paseo por el Soho, Noho y Nolita: estando tan relativamente cerca de los rascacielos del Financial District, al atravaser las calles de estos tres barrios con tan pintorescos nombres parece que estás en otra ciudad. Los edificios son mucho más bajos, con sus escaleras de emergencia de colores, los grandes museos dan paso a pequeñas galerías y en cada parque o plaza se puede sentir un ambiente totalmente diferente. Aquí ya no vale el llevar una ruta planificada o buscar una calle en concreto. Aquí hay que perderse. Y ya de paso aprovechar para tomarse la bebida típica de Nueva York: eggcream.
  • Little Italy y Chinatown: siendo realistas, el barrio italiano de Nueva York es en la actualidad poco más que la zona norte de Mulberry St., que no parece sino un lugar mantenido exclusivamente para gusto del turista. A cambio, en cuanto cruzas Canal St. parece no sólo que has cambiado de ciudad sino que te has metido de pleno en cualquier punto de China. Hay tiendas con los típicos souvenirs para turistas pero en cuanto las dejas atrás compruebas que efectivamente, a diferencia de Little Italy, es una ciudad completamente china dentro de una estadounidense. Concretamente, en Columbus Park, antiguo Five Points, no hay absolutamente nada ni nadie que te haga pensar que estás en el continente americano. De hecho, al principio te da entre miedo y vergüenza sentarte allí pero, si se quiere sentir Chinatown, hay que hacerlo al menos durante media hora.
  • West Village y Chelsea: si después del Soho y Chinatown todavía quedan ganas y fuerza para ver otros barrios totalmente diferentes, nada como acercarse a Washington Square Park y ver a los jugadores de ajedrez, a los niños bañándose en la fuente y, si hay suerte, un partido de baloncesto en la cancha que hay justo al lado. Desde aquí, con todos los sentidos alerta en busca de famosos en Waverly Place y Perry Street, se llega en unos 30 minutos a High Line, el parque elevado construido junto a una antigua vía de tren que une Chelsea y Hell’s Kitchen.

Tercer día: Central Park, Upper East Side y Upper West Side  

La zona pija de Nueva York se encuentra a ambos lados de Central Park: el Upper East Side y el Upper West Side. Al parecer sus habitantes pelean por ver quién tiene más dinero, mejor casa, etc. En esta zona se pueden ver los mejores museos o relajarse en el parque más visitado de todo Estados Unidos.

  • Guggenheim: su visita merece la pena tanto por su original arquitectura como por la colección que alberga, siempre que te guste el arte moderno, abstracto, de vanguardia…. Además, se puede ver fácilmente en una hora. Ver página oficial.
  • Metropolitan: al contrario que el Guggenheim, recorrer el Met podría llevar un año entero, así que no queda otra que elegir y planificar la visita. En su página web tienen varios itinerarios sugeridos en función del tiempo que se quiera estar en el museo. Los incondicionales de Gossip Girl pueden adquirir un croissant en Sant Ambroeus y comérselo en las escaleras del Met antes de entrar.
  • Central Park: como todo en Nueva York, Central Park es enorme y con el típico paseo no se ve más que una pequeñísima parte. ¿Cómo ver el máximo posible cuando se tiene poco tiempo? En bicicleta o en «bicicleta». La diferencia es simple: las que se alquilan en Columbus Circle son las típicas bicis a las que todos estamos acostumbrados. Las de la cabaña del lago (que es la que está de paso tras visitar el Met) serían también típicas pero para alguien de unos 200 años aproximadamente. No tienen frenos en el manillar sino que sólo se para pisando los pedales al revés con toda tu fuerza y, además, pesan unas dos toneladas. Aún así, sin estar demasiado en forma, se puede recorrer casi todo el parque en una hora. Para reponerse del esfuerzo nada como un tranquilo paseo desde la cabaña del lago hasta Strawberry Fields, memorial a John Lennon situado en las proximidades de donde fue asesinado. Página oficial de Central Park.
  • Upper West Side: Saliendo por Strawberry Fields Memorial se llega al edificio Dakota, ya en el Upper West Side. Atravesando las calles de este barrio, retratado en la película Tienes un e-mail, se llega a Riverside Park y, con un poco de suerte, puedes ver a Bill Murray con sus perros. Buscamos con ahínco a Julia Roberts en el West Village pero al final hubo que conformarse con Bill Murray. En la intersección de Broadway, Central Park West, Central Park South y la Octava Avenida, en el ángulo suroeste de Central Park, se sitúa Columbus Circle, otra de las plazas imprescindibles de Nueva York.

Datos prácticos:

  • Guía de viajes: Lonely Planet de Nueva York.
  • Moneda: dólar. Se puede pagar con tarjeta en casi todas partes, excepto en el metro, los puestos callejeros de comida y el edificio de la ONU.
  • Idioma: inglés de EE.UU.
  • Documentación: pasaporte en regla y haber completado previamente el ESTA (Electronic System for Travel Authorization).
  • Vuelos: puede ser un vuelo directo o con dos o más escalas, incluso por el mismo precio (en agosto unos 750 euros); así que es imprescindible mirar durante varias semanas todas las páginas de reservas como Rumbo, Atrápalo y Kayak y, además, las páginas web de las propias compañías aéreas (Iberia, Aer Lingus, Lufthansa…).
  • Transporte: el metro abre las 24 horas y es rápido y seguro, aunque no apto para el padre de Indiana Jones ni para nadie con fobia a las ratas. Hay que tener cuidado porque en el mismo andén pasan varias líneas y, además, algunos trenes son express y no paran en todas las estaciones. Hay miles de taxis pero hay que mostrar con decisión que se quiere tomar uno. Para trayectos desde el aeropuerto JFK se puede pagar con tarjeta.
  • Alojamiento: al menos en agosto, el alojamiento es carísimo y resulta imposible encontrar algo en Manhattan por menos de 100 euros la noche, incluidos albergues y similares. Así, después de una investigación de días, el elegido fue el Red Carpet Inn Brooklyn (vía Booking) Ventajas: cuesta 75 euros la noche, tiene la boca de metro literalmente en la puerta, en 20 minutos estás en Union Square y puedes desayunarte todos los donuts y bagels con mantequilla que te quepan (y llevártelos para luego si lo prefieres). Desventajas: nunca ganará el premio a la limpieza, ni a la amabilidad de sus empleados y en el «armario» cabe lo justo para unos pocos días.
  • Comidas: Nueva York está en Estados Unidos pero tiene poco que ver con el resto del país en este aspecto. Primero porque se puede encontrar comida de calidad y de todo tipo tanto en supermercados como en restaurantes. Y segundo porque los megatamaños, el refill y los precios irrisorios de la comida rápida aquí no se aplican. Durante el día, para no perder tiempo, se puede tomar desde perritos calientes hasta kebabs en los puestos de la calle. Uno de los mejores perritos calientes lo sirven en Gray’s Papaya. Al menos hay que comer una vez en Shake Shack. A cambio, se puede cenar de absoluto lujo en restaurantes como Morton’s y Rue 57. Ya que los camareros no cobran ni el salario mínimo las propinas son obligatorias. Hay que dejar entre un 15 y un 20 por ciento en cualquier restaurante.
  • Compras: cualquier artículo turístico es bastante más barato en las tiendas de Chinatown y cualquier otra cosa es más barata en el resto del país.
  • Internet: hay wifi gratis en casi todas partes, desde hoteles, restaurantes, museos, estaciones de tren, bibliotecas… Otra opción para conectarse gratis es la Apple Store.

6 Respuestas

  1. LiNks

    Creo que debes ser campeona de Maratón.

    Eso que dices que se debe hacer en tres días lo hice yo en 9. Levantándome a las 8 de la mañana y caminando hasta las 9 o 10 de la noche…

  2. Un día en el polo

    Jajaja, ya me gustaría! Por eso digo lo de madrugar muuuucho (en mi caso, con el hotel en Brooklyn, las 6:30), estar preparado para andar y entrenamiento previo (en mi caso padel, piscina y paseos de un par de horas por el monte todos los días). También yo dediqué cero tiempo a las compras, y no por falta de ganas desde luego. La comida directamente andando y ya la cena más relajada en los sitios que sugiero.

  3. Anónimo

    Yo los dos primeros dias lo hice casi calcado a tuyo … estuve mas días pero ya los dediqué a ver la NBA, Jazz, Musica Años 20, terrazas, comer y tal … y excursión a Boston … Un pateo, pero que gustazo de pateo

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