Varsovia y el castillo de Malbork

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Nada más llegar al casco antiguo de Varsovia descubrimos que la capital polaca es una joya, al igual que el cercano castillo de Malbork, del siglo XIII.

Las excavaciones arqueológicas demuestran que ya en el siglo X existía un pequeño asentamiento comercial donde hoy se encuentra la capital polaca. Tras siglos de invasiones y guerras, Varsovia cuenta en la actualidad con más de 2 millones de habitantes y su casco histórico, destruido en 1944 y completamente reconstruido después, es desde 1980 Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.

Descubriendo los tesoros de Varsovia

“Varsovia es una ciudad feísima”. Otro tópico que se desmiente en cuestión de segundos: los que se tardan en asimilar la vista del casco antiguo desde la plaza del castillo. Y es que los polacos no reconstruyen las cosas como el resto porque, a no ser que se sepa de antemano, absolutamente nada  lleva a pensar que las calles y edificios que componen la Stare Miasto (ciudad vieja) no sean los originales de los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX.

Aunque pequeñita, la ciudad vieja de Varsovia merece mucho la pena. Es imprescindible pasear por todas y cada una de las calles peatonales que la conforman, desde la plaza del castillo hasta la barbacana y desde ésta hasta la plaza de la ciudad nueva. Merece especial atención la plaza o rynek de la ciudad vieja, presidida por una sirenita que en nada se parece a la dulce y tierna Ariel de Disney.

Cuenta la leyenda que dos sirenas nadaban por el Báltico, una de ellas decidió quedarse en Copenhague, la otra siguió hasta Gdansk y desde allí remontó el Vístula hasta Varsovia. Los pescadores pronto se dieron cuenta de que algo estaba liberando a los peces de sus redes. Cuando descubrieron de qué se trataba, un ambicioso mercader decidió capturarla para exponerla y forrarse a su costa pero entonces, un humilde pescador, junto a sus compañeros, la liberó. Ante tal gesto, la sirena prometió defender la ciudad con su espada de allí en adelante. Hasta los mismos polacos bromean con la dudosa eficiencia de la sirenita para proteger una ciudad tantas veces invadida y devastada.

Aunque una vez fuera del casco antiguo lo que se dice “bonito” no hay gran cosa, si te interesa un mínimo la historia se pueden visitar varios lugares que ponen los pelos de punta: la plaza en la que se alza el Monumento a los Héroes del Guetto, en memoria a los caídos durante la insurrección del guetto de Varsovia en 1943. Es en esta plaza donde los judíos esperaban los trenes para ser llevados a una muerte segura en el campo de concentración de Treblinka. En la calle Sienna, número 55, queda en pie un pequeño trozo del muro del guetto. Además, en el cruce de la calle Dluga con Miodowa está el impresionante monumento a la insurrección de Varsovia.

También fuera del casco antiguo y ubicado en pleno centro de la ciudad, se encuentra el Palacio de la Cultura, un edificio regalado por los soviéticos y construido a imagen y semejanza de los siete rascacielos de Stalin en Moscú. Tras la caída de la URSS, los ciudadanos de Varsovia quisieron demoler este edificio que aun hoy es el más alto de la ciudad. Hacia el este se ubica el inmenso parque Lazienkowski, con sus bellos caminos que discurren entre palacios, bancos musicales, ardillas y pavos reales.

Castillo de Malbork

Construido en el siglo XIII por la Orden de los Caballeros Teutónicos, se eleva en una colina junto al río Nogat el impresionante castillo gótico de Malbork, el más grande del mundo hecho de ladrillo. Aunque llegar hasta aquí desde Varsovia lleva, por carretera, casi 6 horas, merece mucho la pena una visita a fondo del castillo por dentro (previo pago) y por fuera. En total cuenta con 21 hectáreas de superficie rodeadas por muros y fosos y la entrada flanqueada por las grandes puertas, atalayas y torres.

Sorprende el hecho de que más de la mitad del castillo quedara reducido a escombros en la II Guerra Mundial y gran parte de lo que hoy vemos es una reconstrucción. Desde 1997 es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.

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